13 de enero de 2015

Uso no niisan~

Third part(?)



Suavemente, con lentitud y firmeza no obstante, aquel párpado realizó su primer movimiento del día, destensándose con levedad para descubrir su  oscuro orbe, que recibió la luz de la mañana con pereza, consiguiendo que al menos 20 músculos más de su rostro acompañaran al ya despierto ojo derecho del joven. Arrugó su frente a la par que sus cejas se encorvaban y, tras haber comenzado un inevitable bostezo, aquel primer ojo fue acompañado por su gemelo izquierdo, haciéndolos abrirse y cerrarse un par de veces más hasta haberse acostumbrado a la luz. ¿En qué momento se había quedado dormido? ¿Cómo había llegado hasta su cama? Un punzante y agudo dolor atravesó su cabeza como una gran aguja clavada repentina y directamente sobre su cerebro, de modo que su mano se movió de forma instantánea hasta dar con la parte en que sentía la molestia para sujetarla, como si de aquel modo consiguiese amainar un poco la dolencia, aunque poco tardó en darse cuenta de que no servía de mucho. Trató pues de enfocar con la mirada entornada las cosas de su alrededor, reconociendo de forma inmediata todas sus pertenencias; su escritorio, sus estanterías, su mochila al fondo, sobre la silla... 

Todo implacablemente acomodado y situado de forma perfecta donde él lo había dejado, sin un mínimo ápice de desorden. Definitivamente era su habitación. De todos modos, ¿en qué otro sitio iba a estar si no? Era evidente que tenía que despertar en su habitación, lo único que no alcanzaba a comprender es por qué se sentía tan desorientado, por qué no terminaba de saber cuándo se había ido a dormir la noche anterior ni cómo había siquiera llegado hasta su cuarto, pero tampoco tenía demasiadas fuerzas como para ponerse a pensarlo. Sentía todo su cuerpo pesado, brazos y piernas especialmente adormecidos y una fuerte sensación de pesadez sobre su cabeza, como si le costase mantenerla en su sitio. Y ni hablar del estado de su mente en aquel momento, incapaz de analizar con claridad siquiera los dos pasos al frente que debía dar para empezar su camino hacia la cocina. Se sentía de lo más extraño con todo aquello, de modo que no pudo evitar dejar escapar un resoplido de molestia por sus labios. Entre arrastrándose y caminando, de aquella forma tan indescriptible en la que se movía, terminó de bajar escalón tras escalón hasta haberse situado en el camino que, en recto, llevaba hasta la cocina. Debía desayunar, comer cualquier cosa, o al menos tomar un vaso de agua, no era algo difícil de suponer, puesto que sentía el cuerpo débil y sin fuerzas, así que sin pensarlo demasiado abrió la nevera una vez hubo llegado frente a ella y extrajo lo primero que su mano alcanzó una vez fue introducida en la misma, fijándose en lo que resultó ser un zumo de manzana una vez se hubo dejando caer sobre la silla. Suspiró. 

-¿Pero qué me pasa?.... Ntch. -Chasqueó la lengua, de mal humor. Quería salir de aquel estado cuanto antes, era enervante y estaba hartándose por segundos. Abrió su zumo, sin demasiados ánimos por beberlo, y lo miró por unos instantes, con cierto extraño remordimiento interno. Algo no iba bien, ese zumo le estaba sonado a algo, pero no conseguía recordar a qué, por lo que perdió como 5 o 10 minutos de su tiempo observando, con el ceño fruncido, aquel brick blanquecino que sin saber exactamente por qué le hacía tener un mal presentimiento hasta que el estruendoso timbre sonó al fondo de la estancia, sacándolo del limbo personal en que se había visto sumido sin darse cuenta. Agitó la cabeza, aquel debía ser Ryutaro, y ni siquiera se había vestido decentemente todavía, así que sin darle más vueltas terminó por abrir aquella bebida y comenzar a tomarla mientras le abría la puerta al menor, que, encontrándose con la espalda de su amigo directamente y sin saludo alguno de bienvenida, negó despacio con la cabeza riéndose para sí mismo, consciente de que aquel era uno de esos días en que se había levantado con el pie equivocado. 

-Buenos días señor "hoy estoy de mal humor", ¿es que no piensas vestirte? - cuestionó con cierto retintín, apoyando el brazo sobre el cuello de su amigo una vez hubo estado en el interior de la casa. - A la primera clase no llegamos, pero si te vistes puede que a las demás sí. 

-No creo que vaya a ninguna parte hoy. -dejó caer con sequedad mientras volvía directamente y sin miramientos a la cocina, a pesar de estar dejando atrás conscientemente a su amigo que no tenía culpa de nada. Pero tampoco era como si pudiera evitarlo. El simple hecho de encontrarse tan desorientado, de no saber la razón de su malestar y, sobre todo, el no acordarse de nada de lo ocurrido la noche anterior le hacía sentir molesto y malhumorado sobremanera. Odiaba perder el control sobre las cosas, en especial sobre sí mismo.

-¿Tan mal te sentó? -Ryutaro, que ahora se encontraba sentado sobre el que había sido hasta un par de minutos antes el asiento del mayor de ambos, observaba con cierta sorpresa a su amigo. Podía entender que se hubiera tomado a mal aquella noticia, y más si tenía en cuenta en "cómo" se había enterado de ella, pero, a decir verdad, ver a su amigo en un estado como aquel no era algo que se le hubiera podido pasar por la cabeza en un primer momento. Nunca habría pensado que todo aquel tema pudiera ser para tanto. Chinen, que por su parte había decidido en algún momento dejar de dar la espalda al menor, se encontraba cara a él apoyando las palmas de sus manos y la cadera sobre la bancada que había tras de sí, sobre la cual había dejado su zumo a medio beber, preguntándose de qué demonios debía de estar hablando su amigo mientras fruncía el ceño y su muñeca izquierda se alzaba lo suficiente como para frotarse los ojos. 

-¿De qué hablas? Ni siquiera recuerdo haber discutido contigo. -Gruñó Chinen entre dientes, resoplando tras ello dispuesto a llevarse nuevamente el zumo a la boca para continuar con su desayuno, muy a pesar de sentir náuseas con el sólo hecho de pensar en tomarlo. Sabía que la mejor manera de sobrellevar aquello era comer y descansar, y quizá con algún que otro suplemento vitamínico. Y desde luego tenía que pensar dónde encontrar uno, porque su  mente se estaba saturando a una velocidad indescriptible según sus pensamientos iban aumentando "por culpa" del visitante que hacía unos minutos que había llegado.- Ryutaro yo hoy no voy a ir a clase, si quieres quedarte bien, pero yo voy a...

-¿Discutir conmigo? -lo interrumpió el menor sin cuidado alguno, lo cual no hizo ninguna gracia al contrario, que le lanzó una mirada, más aturdida que enfadada para ser honestos, y que fue seguida de un resoplido largo, tras el cual tenía pensado volver a rechistar. - ¿Es que no te acuerdas?

-¡¿Acordarme de qué?! -se desquició definitivamente el mayor de ambos, incorporándose sobre el sitio hasta estar de pie recto, dispuesto a ir directo al sofá para poder tirarse en él. Nunca en la vida se había sentido tan irritado como en aquel momento, incluso a pesar de que se tratase de su amigo, e incluso a pesar de saber que no estaba haciendo nada malo. Sentía unas ganas sobrehumanas de echarlo de casa a patadas y echarse a dormir de nuevo para aliviar el agudo dolor de cabeza que estaba comenzando a sentir en su cabeza, y le sobraban sin embargo las de escuchar cualquiera de las estupideces que tenía que decir el que ahora se había convertido en el invasor de su espacio. Ya tendría tiempo más tarde para prestarle atención. -Mira Ryu, no estoy en mi mejor momento. Será mejor que te vayas, ¿ok? Te llamaré esta tarde. Ahora voy a echarme un rato... Necesito dormir. 

El joven, desconcertado, observó cada uno de los pasos del contrario en su corto trayecto desde la cocina al sofá, pudiendo ver cómo se tambaleaba con levedad hacia los lados y cómo sus piernas y brazos le respondían con lentitud. Frunció el ceño con suavidad, reconociendo al instante todos aquellos síntomas, incluido el mal humor que estaba haciendo exasperar al mayor- Miró a su alrededor por un instante como si buscase alguna pista que le ayudase a entender qué narices estaba ocurriendo. Y "bingo", se dijo para sí mismo, levantándose y dirigiéndose a uno de los rincones de la cocina en que reposaba una botella de licor de almendras aromatizado casi en las últimas, que parecía haber sido abierta recientemente.- ... ¿Has estado bebiendo? -cuestionó ahora con mucha más seriedad en su tono de voz, sin moverse del lugar en que se había quedado plantado y con la mirada fijamente puesta en el mayor, seguro de ello a pesar de haberlo planteado como pregunta.

-¿Qué? -atinó a responder el cuestionado, dejándose caer con desgana en el sillón mientras acomodaba las almohadas a su alrededor para mayor confort.- No... No lo sé, puede. No recuerdo qué pasó anoche exactamente. Pero no recuerdo haber bebido...
Ryutaro se limitó a dar unos cuentos pasos sosteniendo la botella en una de sus manos hasta estar frente a su amigo, dejándola entonces sobre la mesita que quedaba delante del sofá mientras hablaba. - Pues creo que deberías ir haciendo memoria. -respondió con firmeza antes de colocar sus manos dentro de sus bolsillos, mirando a su amigo que o bien estaba intentando dormirse o bien o medio ignoraba lo que le estaba diciendo. De lo que estaba seguro era de que estaba evitando mirarle cerrando los ojos. -Sabía que no te gustaría la idea -comentó colocándose nuevamente la chaqueta según se dirigía a la puerta de la entrada de la casa, la cual abrió una vez estuvo frente a ella para hacerse paso hacia el exterior unos segundos más tarde. - Pero no me imaginaba que te tomarías tan a pecho que tu hermano tenga novio. -puntualizó dejando de una vez por todas el lugar. 

-¡Que no es mi... ¿Qué? -sus ojos se abrieron de forma repentina y aunque su primer impulso fue el de levantarse y girarse en busca de la persona de la cual acababa de obtener la información, su cuerpo había tomado la decisión de no responderle por su propia cuenta y de todos modos sabía que ya se había marchado y no podría alcanzarle, de modo que se quedó en aquel mismo lugar, sólo que sentado frente a la mesita en que ahora reposaba la botella de alcohol. La observó lleno de confusión y reconociéndola poco a poco mientras pequeños flashes de lo que la noche anterior había acontecido iban viniendo a la cabeza por momentos. Ahora sí recordaba haber estado bebiendo.

Recordaba haber apartado unas cuentas lágrimas llenas de furia de su rostro mientas inclinaba la botella cada vez con más frecuencia hacia su boca. Pasó la palma de la mano por su garganta, acariciándosela, al recordar el fuerte ardor que sentía cada vez que aquel líquido dulce, amargo e intenso a la vez pasaba a través de ella y cómo las cosas se le nublaban en la mente, pero no podía recordar muy bien las situaciones, los movimientos, las palabras o los sucesos en sí que habían ocurrido. Fue entonces cuando sus ojos se abrieron de par en par y sus brazos de desplomaron sin fuerza alguna a sus lados.

- Beso... -murmuró en forma casi de tartamudeo, mientras un fuerte e intenso dolor se iba acumulando en su pecho. El malestar ahora se había incrementado hasta doblar su intensidad, pero de forma ligeramente distinta y los pinchazos que había estado sintiendo en su cabeza, se habían movido en descenso hasta clavarse sin piedad en su corazón. Podía sentirlo palpitar dolorosamente en cada mínimo rincón de su cuerpo.
Apretó los dientes, con la cabeza cada vez más baja hasta estar lo suficientemente inclinada como para que su flequillo tapase sus ojos, y su puño se clavó de forma repentina en el sillón. - Le besó... Ese estúpido... -su voz fue bajando hasta haber desaparecido en el silencio. Acababa de entender por qué se había pasado toda la noche bebiendo y desperdiciando aquella "primera vez" en algo como aquello. Acababa de recordar que aquella noche... Había sido rechazado sin siquiera haber tenido ocasión alguna de aclarar correctamente sus sentimientos. Era tan jodidamente injusto que no podía soportarlo...

No, definitivamente no podía.  Sin pensarlo dos veces se levantó del lugar, se dirigió directamente al baño y lavó su rostro con abundante agua, hasta estar bien despierto. Tras ello se limitó a coger un par de prendas que usaba de forma común, sin pensar en lo más mínimo en si eran adecuadas o no para el lugar al que se iba a dirigir, se las colocó con desgana e incoherentes prisas, se encargó de no olvidar la chaqueta y las llaves y salió de casa sin poder sacar de su mente la fijación que ahora tenía clavada. No pensaba dejar las cosas tal y como estaban sin más. Si Yuto pensaba que podía simplemente dejarlo tirado de aquel modo estaba completamente equivocado. Algo como tener un novio sin siquiera haber dado indicios de ello, después de todo lo que se había esforzado porque se abriera a él, después de compartir todo lo que compartían, y a pesar de saber que sólo lo tenía a él, ¿con qué derecho le había ocultado algo como aquello?

No... ¿Con qué derecho había elegido a alguien que no era él para tener tales sentimientos? Bien. Pues si pensaba que las cosas quedarían así desde luego estaba equivocado, o eso se repetía con furia una y otra vez el menor en su cabeza mientras se dirigía a la universidad, sin estar dispuesto en lo más mínimo a renunciar o rendirse.

A penas 20 minutos después ya estaba cruzando las puertas de entrada del hall que conducían al interior del edificio principal, y que tenía que seguir en recto si quería llegar a la clase en la que en aquellos momentos debería estar, pero ni siquiera se detuvo para echar una mirada, pasó de largo sin más, puesto que aquello que buscaba estaba más allá de aquella absurda e insignificante clase. 

Ryutaro, sin embargo, que no había podido dejar pasar la situación que había presenciado aquella mañana, seguía metido en sus pensamientos, ignorando al resto de compañeros que trasteaban o se reían en el descanso que les habían para que pudiesen almorzar. Mientras su mirada se había clavado en algún punto del patio exterior, sobre el cual la reflexión se le hacía curiosamente ligera por alguna razón, se mantenía sentado en su pupitre; el que estaba justo delante del de Chinen, con el codo apoyado sobre la mesa y la mano cubriéndole la boca. De veras le había sorprendido la reacción que había tenido su amigo frente a lo que había ocurrido. Podía recordar perfectamente la expresión que había puesto cuando se encontraron a Yuto y al que debía de ser, sin duda alguna, su novio, en una situación como aquella. Y es que, ¿quién no se habría quedado en shock? Descubrir que tu hermano está con alguien, que además ese "alguien" es ni más ni menos otro hombre, y hacerlo a través de verlos en pleno beso tenía que ser, cuanto menos, chocante, desde luego, pero... Lo que había visto esa mañana era distinto, aunque no atina a explicar de qué forma.

Cuando dejó al mayor la tarde anterior, parecía sorprendido, en cierto modo ensimismado, y confuso, pero no había querido hacer demasiado hincapié en ello, pensó que sería mejor dejar que pensara la cosas con calma y espacio, por lo que accedió sin problemas a la petición de su amigo de separare en aquel momento, percibiendo algo más de aquel extraño estado en que se había quedado en su "nos vemos mañana". Pero el que una persona como Chinen, que se mostraba fría, ante todo, que tenía un enorme muro alrededor de su corazón y que no dejaba que nadie penetrase en sus pensamientos, pudiera mostrarse tan perturbada lo había desconcertado. Hasta el momento creía haber estado entendiendo sus sentimientos, al menos de una forma superficial, pero si algo había descubierto aquella mañana era que no conocía a su amigo en absoluto, que no sabía nada de él y mucho menos sabía nada de lo que sentía. Suspiró. Aquella idea resultaba más dolorosa de lo que habría pensado. 

Miró su reloj por un momento. Ya estaban en la tercera hora, evidentemente, después de haber perdido las dos primeras, era lo que tocaba, pero la mañana se le estaba haciendo eterna. Pasaban por su cabeza mil cosas mejores que hacer en aquellos momentos que estar en clase. Como, por ejemplo, acechar un poco a su resacoso compañero de clase, al cual, por cierto, echaba infinitamente de menos cuando faltaba. Miró a su alrededor. A veces pensaba que Chinen tenía toda la razón, que aquello no era más que una clase de paletos que malgastaban su tiempo sin poner esfuerzo en nada que no fuera llamar la atención de los demás, en lugar de centrarse en sus motivaciones o metas. Aunque bien pensado, él tampoco se diferenciaba mucho de ellos en aquel punto. Ni siquiera tenía una meta. Quizá, pensó, aquella podía ser la razón por la cual su amigo no se había abierto a él nunca. Quizá, al final, sólo era un paleto más. Ahora que se había parado a reflexionarlo, ¿cuándo le había contado nada Chinen? ¿Por qué vivía con su "no-hermano"? ¿Dónde estaban sus padres? Todas esas respuestas... Nunca habían llegado a él por parte de su amigo. Siempre había ido tras él como si fuese una mascota, averiguando, quedándose a su lado, escuchando repentinas conversaciones casuales reveladoras... Como si aquella relación lineal fuese recíproca. Como su fuese necesario para alguien como Chinen, cuando en realidad simple y llanamente le había permitido estar allí porque no era una molestia. Y ahora, después de todo, se preguntaba si realmente se acababa de dar cuenta de ello, no muy seguro de la respuesta. Respiró hondo, cerrando los ojos durante unos pocos segundos, suficientes, sin embargo, para darle el tiempo necesario al protagonista de sus pensamientos para llegar hasta la puerta de la clase en que se encontraba Ryutaro, pasando por ella fugazmente en el mismo instante en que éste los abrió, en dirección al lugar en que estaba seguro de que encontraría a su "hermano". Ryutaro tardó, no obstante, unos pocos segundos más en reaccionar, pero una vez hubo analizado momentáneamente la imagen de su amigo acabando de pasar por la puerta se levantó casi de un salto de su sitio para salir apresuradamente tras él.

-¿Chinen? -el mencionado giró la cabeza ante la llamada de una voz conocida, pero apenas dirigió la mirada hacia su proveedor durante unos segundos.

-Ahora no Ryutaro. -respondió con prisas, caminando de forma rápida y decidida hacia su destino, sin prestar demasiada atención a su amigo, que ahora se había colocado a su altura, tratando de seguirle el ritmo como podía.
-Espera, ¿qué haces aquí? No deberías de haber venido, no hoy. -el menor trató de hacer que parase a escucharle al menos un momento cogiendo su muñeca y tirando de él con suavidad, pero cualquier intento de detención fue inútil. No consiguió la más mínima atención por parte de su amigo, que parecía completamente decidido y, por alguna razón, enfadado.

-Ryutaro, ahora no. -reiteró con los nervios de punta, a punto de perder la paciencia. De hecho, si aún no lo había hecho era porque sabía que no se había comportado adecuadamente con el menor un rato atrás y no quería decir o hacer nada de lo que pudiera arrepentirse con alguien ajeno totalmente al problema y que poco tenía que ver con su actual estado de ánimo.

-No lo entiendes... Escúchame, hace un rato ha venido a buscarte el senpai del otro día. Estaba disgustado por algo, creo que deberías volver a casa estando en esta condición. Los profesores... - Consiguió entonces que el mayor se girase hacia él, dispuesto a quejarse y probablemente soltarle algún que otro grito para que le dejase de una vez en paz, pero algo lo hizo detenerse repentinamente y quedarse en silencio, manteniendo un aspecto de seriedad que no esperaba para nada encontrar. Frunció el ceño, sin comprender exactamente a qué venía esa repentina reacción, hasta darse cuenta de que en realidad estaba mirando más allá de él, a sus espaldas, por lo que volteó con rapidez, encontrando a un muy poco contento profesor que lo observaba con frialdad y descaro. "Oh no..." Tan sólo pudo pensar en eso. Sabía que aquello no tendría un bonito final, y sus nervios sólo iban aumentando según veía a aquel profesor alejarse con su amigo hacía el despacho del director. No sabía exactamente lo que había pasado, ni por qué, de modo no que no podía imaginar ni tan siquiera qué tipo de represalias iban a caer sobre el mayor, o si sólo se trataba de una pequeña riña, pero muy a su pesar, lo dudaba bastante. Lo único que sabía era que desde que había llegado aquella mañana, tras la extraña visita del senpai que lo buscaba, al menos tres profesores habían preguntado por él en la clase, por lo que en cierto modo se había estado sintiendo aliviado de que no hubiera asistido a clase, con la esperanza de que los ánimos se calmasen o de poder conseguir algo más de información con la que prevenir a su amigo antes de que llegase al día siguiente. Pero una vez más, nada sucedió como lo había esperado, y una vez más, se veía inútilmente atado de pies y manos, sin opción de hacer nada por su amigo más que seguirlo hasta donde le estaba permitido y esperar en silencio, preocupado. 

Ni siquiera había respondido verbalmente a la petición del profesor de acompañarle cuando lo encontró en el pasillo, ni tampoco se había girado a despedirse o hacerle un gesto a Ryutaro como aviso, ahora que lo pensaba. Se había limitado a seguirlo hasta el despacho del director como le había dicho, en silencio, sin la más mínima intención de darle importancia alguna a lo que pudiese ocurrir allí dentro. Tan sólo podía pensar en acabar rápido y salir de allí para encontrar a su "hermano". 

Antes de darse cuenta ya se encontraba frente a la puerta de su despacho, ante la cual resopló con desgana y espero hasta ser invitado. 

- ¿Me ha llamado señor director? -preguntó terminando por alzar la vista de una vez del suelo para poder enfocarla en el hombre que lo estaba esperando, pero su cara se tornó rápidamente en un casi de espanto. Palideció, sintiendo que hasta la última gota de calor de su cuerpo se esfumaba y todo el peso caía repentinamente en sus pies. - ¿Qué haces tú aquí?... -preguntó, esta vez, dirigiéndose hacia el mayor de ambos, que tan sólo lo miró por unos instantes antes de volver la mirada nuevamente hacia el director.

-Entonces, será lo acordado, ¿verdad? -trató de asegurarse, a la espera de la afirmación de aquel hombre mayor, que asintió con la cabeza para luego mirar al menor de todos los que se encontraban en la sala, tomándose su gesto de sorpresa como miedo al castigo, y tal vez, arrepentimiento. Quizás eso podría ser un punto a su favor, unido a todo lo que había estado hablando con la persona responsable del mismo un rato antes.

-Siéntese, por favor. -comandó a Chinen, que, tras unos segundos de parálisis momentánea, arrastró sus pies hasta la silla contigua a la de Yuto, todavía sin poder entender qué hacía exactamente allí. -Bien, he estado hablando largo y tendido con tu hermano sobre un rumor que nos llegó recientemente y que varios profesores se han encargado de verificar. Algunos alumnos afirman haber sido embaucados en un fraude colectivo del cual tú eres protagonista. Según la información que ha llegado a mis oídos, aceptabas realizar trabajos, ensayos y falsificaciones a cambio de grandes cantidades de dinero desproporcionadas. -Chinen tan sólo se mantuvo en silencio, con la mirada fija en sus zapatos. No sabía en qué debía estar pensando el mayor en aquel momento. No sabía si estaría decepcionado, defraudado, enfadado o considerándolo un niño caprichoso y desagradecido que había estado ganando dinero a escondidas a pesar de estar siendo mantenido. Sentía su garganta arder de nuevo y sus ojos hincarse a cada segundo. No iba a llorar, no iba a hacerlo, pero la sensación que en ese instante le estaba invadiendo era indescriptiblemente angustiante. El director lo observó en silencio durante unos cuantos segundos. - ¿No piensa decir nada al respecto?

-Señor director -irrumpió entonces el alto, mirando al menor de ambos y posando su mano sobre su cuello, delicadamente, sin obligarlo a bajarlo, tan sólo posándola como petición a la cual accedió sin palabras de por medio. - Chinen y yo nos disculpamos en este momento. No se repetirá. Por favor tenga en cuenta nuestra precedente conversación y perdone este inconveniente. -También él hizo descender su cabeza en forma de reverencia.

-Lo... Siento mucho -murmuró el acusado, lo que consiguió hacer a Yuto suspirar interiormente, aliviado. Alzó entonces la cabeza y asintió ante el gesto contrario del adulto.

-Sólo esta vez, y dado que soy dos excelentes alumnos que muestran gran interés por el estudio y el trabajo duro. ¿Entendido? 

Ambos chicos asintieron con la cabeza, levantándose y despidiéndose apropiadamente tras ello. El ambiente que quedó entre ellos, incluso tras haber abandonado aquella sala llena de tensión, seguía estando enrarecido y perturbador. Ninguno de ambos parecía estar por la labor de dar el paso para hablar del tema, o siquiera de empezar alguno otro, pero Chinen, que no podía contenerlo más en su interior, decidió de una vez por todas hacer el intento.

-Yuto yo... Puedo explicártelo -comenzó, pero su voz se quedó atascada en su garganta de pronto cuando sintió la mano del más alto posarse sobre su cabeza. El filo de su sonrisa hizo estremecer al más bajo. La calma y la tranquilidad con que había realizado aquel gesto resultaba incluso aterrador.

-Está bien. No es como si no hubiera estado enterado de ello. Estudio aquí, los rumores corren y tu fama te precede. -le concedió suavemente, casi se podría decir que con amabilidad. Realmente podía resultar aterrador... -No has tenido problemas con tus propios estudios, y yo no puedo darte gran cosa más allá de una casa donde vivir y todo aquello que es estrictamente necesario. Que busques la manera de conseguir lo que necesites por tu cuenta no es algo por lo que deba estar enfadado. -reafirmó con indulgencia, palmeando de forma suave la cabeza del menor antes de dejar resbalar su mano por esta, continuando paso a paso por su camino de forma lenta, de modo que pudiera ser alcanzado. - Sólo ten más cuidado la próxima vez. Tengo que cuidar de ti, ya que soy tu hermano. 

Jamás algo se había clavado tanto en la mente de Chinen como aquella última frase que había escuchado. Su corazón había dejado de palpitar durante unos instantes en los que sintió que podría haber muerto. "Ya que soy tu hermano" se repitió en su cabeza, cayendo en la cuenta en ese momento de que Yuto nunca sería consciente de lo hiriente que había podido llegar a ser aquel amable gesto. Pero no podía hacer nada al respecto. Nada en absoluto. No podía sonreír y tan sólo agradecerlo ni podía enfadarse, quejarse o estar triste al respecto. No tenía derecho. Yuto ya tenía a alguien, y lo sabía, él tan sólo era su pequeña carga, su "no-hermano". Siempre lo había sabido, sí. Pero jamás imaginó que escucharlo de su propia boca podría llegar a ser tan doloroso.

Apenas dejaron el pasillo en que se encontraban los despachos de los profesores pudo ver a Ryutaro apoyado en la pared, distraído, esperándole, por lo que paró en seco y miró a Yuto.

-Me quedó aquí. -informó, a lo que el mayor respondió con un asentimiento tras haberse dado cuenta de la presencia de su amigo. 

-De acuerdo, nos vemos en casa.

-Sí... -murmuró casi de forma inaudible, desviando la mirada hacia otro lado.
Ryutaro, que se había dado cuenta de la presencia de los chicos en cuanto había escuchado sus voces al principio del pasillo hizo rumbo hacia ellos, despidiéndose del más alto en cuanto éste pasó por su lado y continuando hacia el más bajo, frente al cual se detuvo.

-¿Qué... Ha pasado? -cuestionó con inseguridad, sin saber muy bien por dónde coger el tema o cuál sería la reacción del joven cabizbajo que observaba al mayor de los tres desaparecer escaleras abajo. Tampoco él sabía muy bien la razón por la que Yuto había salido acompañando a Chinen, pero podía suponer que loo habrían llamado al ser la persona que está al cargo del mismo, e imaginaba la poca gracia que aquello tenía que haberle hecho a su amigo. Pero Chinen no respondió, mantuvo la vista fija en las vacías escaleras por las cuales ya no bajaba nadie. - ¿Estás... Bien? 

-Ryu... -interrumpió entonces el mayor su cuestionario, sin ánimo ninguno para hablar de nada de lo ocurrido momentos antes. Tan sólo avanzó un par de pasos y dejó caer la cabeza sobre el hombro del mencionado, apoyando la frente en esta, abatido, y sintiendo como su garganta, aún ardiente y dolorosamente se esforzaba por mantenerse firme y no dejarse vencer por las emociones, pero sin poder evitar, no obstante, que se le quebrase la voz al hablar. - ¿Puedo quedarme en tu casa esta noche?...


El más alto, sin poder salir de su asombro, pasó saliva por su garganta y, tras unos segundos de silencio, se deshizo de su estúpida cara de pánfilo sorprendido y posó las manos sobre su espalda con cuidado, entrecerrando los ojos mientras dejaba escapar un suspiro. - Pues claro...

                                                                                     Continuación


Una vez más y después de otro siglo(?) Aquí dejo la conti de este interminable oneshot que tenía que ser un oneshot y que no lo está siendo(?) xD
Bueno, sé que no se entiende del todo bien a qué viene, por qué empieza así o qué narices ha pasado y sé que da la sensación de "¿me he saltado un capítulo?" Pero no x3 Todo se entenderá mucho mejor en la próxima conti~ 
Bueno mil gracias a quien lo lea, y un saludin<3
Rovu yu~ Bye bye<3
Ushio