-¡Estoy de vuelta
Yuto! Ryu ha venido conmigo~ –entró por la puerta sin prestar demasiada
atención a como la cerraba y se dirigió directamente a la cocina dejando la
mochila en un sillón, que le pillaba de paso – Y tengo hambre, ¿qué has
preparado hoy?
-Está en el
microondas. – Un joven castaño, tranquilo y aparentemente adulto a pesar de
tener la misma edad que el chico al cual se dirigía respondió en su tono serio
de siempre desde el sofá en que se encontraba sentado.
-Está bien, pero
comerás con nosotros, ¿no? – el pequeño dejó el plato sobre la mesa, y se apoyó
con ambas manos sobre esta esperando su respuesta con aquella sonrisa insistente
que le caracterizaba en la cara.
El mayor viró para
mirarle unos segundos y asintió levemente para saludar al invitado – No, yo comeré
después, comed vosotros. – se levantó del sillón en el que estaba, recogió los
auriculares de su mp3 y se movió a paso lento hacia las escaleras, dispuesto a
subirlas.
Chinen suspiró
levemente y dejó que su sonrisa se esfumara por completo, como era de
costumbre. No había cosa que más le frustrara que aquel carácter indiferente
por parte de Yuto. Por más que se esforzara en ofrecerle una sonrisa, en
mostrarse animado o buscar momentos en los que hablar, de algún modo u otro
siempre acababa encontrando la forma de evitarlo.
-¿Crees que esta
molesto porque no avisamos de que venía? – Ryu, mientras tanto, se había
encargado de preparar el resto de la mesa y poner la comida a calentar.
-No, nada que ver.
– negó despacio con la cabeza, volviendo a suspirar a la vez que ayudaba a
llevar algo para beber y se sentaba en una silla – es solo que todavía me odia.
El pequeño dejó
escapar una risita ante su respuesta y llevó el plato ya caliente a la mesa –
Estamos en las de siempre… ¿Y por qué alguien que te odia iba a acogerte en su
casa sin pedirte explicaciones? Yo hubiera necesitado una buena.
-Quién sabe… Quizá
porque me tuvo pena… O quizá por nuestro “parentesco familiar” – se llevó el
primer bocado a la boca, saboreando y disfrutando de la comida. Realmente
estaba muerto de hambre.
-Puede que
simplemente sea reservado. Después de todo sois algo así como primos…
-¡Yuto no es mi
primo! – Interrumpió rápidamente su frase – Se supone que es mi hermano…
-Mh~ bueno si tú
lo dices…- acercó una cucharada de su plato, soplando brevemente para luego
llevársela a la boca. Acto seguido una expresión de total felicidad invadió su
cara – Sugooiii~ ¡Tu hermano sigue cocinando estupendamente!
-Lo sé – sonrió
satisfecho comiendo de su plato – Yuto es capaz de hacer muchas cosas bien.
- Sí, ya lo veo… Y,
¿no has vuelto a hablar con él?
Chinen negó
suavemente acabando rápidamente con la comida que quedaba –Para nada, las pocas
conversaciones que tenemos, son como la de hoy. Él siempre está muy ocupado con
sus cosas.
-Entiendo. ¿Crees
que tiene algo que ver con lo que ocurrió?
El contrario tan
sólo se encogió de hombros. –Tal vez me culpe por ello.
-¿Tu crees? De eso
hace mucho, teníais unos 5 años ¿no?, además que tus padres sufrieran un
accidente no significa que por eso los suyos también tuvieran que tenerlo…
-MMhh ¿y si estoy
gafado? Puede que si no le hubieramos adoptado en mi casa, no les hubiera
pasado nada y hubieran aparecido sanos y salvos.
-¡Anda ya! Deja de
decir chorradas… ¿Qué diría Yuto si te oyera? Además, los suyos desaparecieron
antes de que a los tuyos les pasara nada, por algo se quedó en tu casa hasta
ser mayor de edad. Que hace poco descubrierais que habían desaparecido por algo
como eso… No tiene nada que ver contigo. Un accidente es un accidente, punto. ¿Hay
alguna otra razón por la que pueda estar molesto contigo?
-No lo sé, para
eso primero tendría que hablar conmigo… - respondió con simpleza, tomando la
conversación por partes. Entonces miró hacia algún punto de la cocina perdido
un poco en sus pensamientos y luego dirigió la mirada al plato del menor – Oye,
Ryu, ¡termina ya! Que nos vas a dar las uvas.
-Bueno, bueno, ya
voy, no es mi culpa que tú seas tan rápido.
-Menos quejas y
más comer, a ver di aaaah~ - se acercó rápidamente para cogerle la mano con la
cuchara llena y hacer que llegara antes a su destino – Muy bien, listo,
¿subimos a mi cuarto?
-Primero deja… Que
intente tragar y luego… Si quieres te acompaño – Ryutaro tosió un par de veces
mientras tragaba y bebía un par de sorbos de agua para hacer pasar mejor el
arroz – Okay pesado, vamos… ¿Por qué tienes tanta prisa?
-Por nada en
especial.- Rió entre dientes levantándose y en un visto y no visto recogió todo
lo de la mesa dejando solo un plato tapado en el microondas y le hizo un gesto
a su amigo con la cabeza para que le siguiera escaleras arriba. Ryutaro entre
desconcertado y divertido le siguió pero sin tantas prisas, a su ritmo, lo suficientemente
despacio para llegar unos segundos después que Chinen al final de las escaleras
y verlo sonreír algo nervioso ante la puerta de su habitación.
Se quedó mirándolo
unos segundos aún sorprendido y divertido -¿No piensas entrar? – observó que Chinen
daba un salto sobre sí, como si se hubiera asustado repentinamente, y se
dispuso a abrir la puerta disimuladamente. El menor le siguió hasta llegar a la
altura del marco y Chinen pasó directamente buscando algo por todos lados – ¿Se
puede saber que te pasa? – Ryutaro no pudo más y se echó a reír al verle en
aquel extraño desespero, pero pronto terminó y la cara ilusionada de Chinen se
apagó poco a poco dejándola en una desganada sonrisa.
-No pasa nada… Se
ha olvidado – volvió a sonreír y se sentó en la cama – es que ahora se me han
pasado las ganas de estar aquí… ¿Y si nos vamos?
-¿Ahora te quieres
ir? ¿Y a dónde vamos? – ahora si que estaba desconcertado.
-Pues no sé… A
cualquier lugar donde podamos pasar la tarde… Mmh vamos a los recreativos. –
corrió, casi se diría que voló, hasta donde se encontraba su amigo y le agarró
de la muñeca para llevarle, de nuevo, escaleras abajo.
-¡Vale, tranquilo!
Ya vamos –rió sin llegar a comprender nada.
-Bueno, nos vemos.
– Ryutaro se despidió con la mano y una sonrisa todavía duradera de todas las
risas anteriores. Había sido una tarde de lo más completa.
-Bye~ Procura no
llegar tarde esta vez, ¡tardón! – le sacó la lengua comenzando a andar hacia la
puerta de su casa cuando un grito le sorprendió a lo lejos.
-¡Ah! ¡Chinen!... ¡Feliz
cumpleaños! Hasta mañana. – Volvió a alzar el brazo despidiéndose, una vez
cumplida su felicitación, y dio media vuelta para marcharse. Chinen sólo sonrió
y entró a su casa arrastrando los pies. Se encontraba realmente cansado.
Pasó por la cocina
sin decir ni una palabra. La casa se encontraba en tal paz y tranquilidad, que
romper la armonía de aquel silencio era casi un pecado. Pasó echando un rápido
vistazo a la cocina. Ahí seguía su plato, junto a otro, que seguramente era la
cena que el mayor le había dejado preparada – Como siempre… Un solo plato~ -
apagó las luces de la cocina y el comedor y subió directamente a su cuarto
masajeándose el cuello con la mano y entrecerrando los ojos a la par. Una vez
arriba abrió despacio la puerta para luego dar unos pasos hacia su interior. Se
quedó en su posición unos segundos para poder estirarse y se dirigió hacia la
cama sin mucho ánimo quedándose helado de repente ante ésta. Su cara esbozó una
enorme sonrisa ilusionada al instante y poco a poco anduvo hasta llegar a la
altura de aquella pequeña cajita que cada año encontraba en su cuarto el mismo
día.
La abrió con
delicadeza y extrajo de ella un Gyoza de su tienda favorita, la que siempre
visitaban cuando aún vivían con sus padres, años atrás. Cogió su pequeño regalo
con las manos y comenzó a comérselo totalmente recuperado y animado. Su pequeño
regalo de cada año. Su pequeño contacto con Yuto. Una vez hubo acabado, se
levantó para apagar las luces y sin más se echo en la cama de lado; cerró los
ojos sonriendo –Como siempre… Gracias~
A la mañana
siguiente oyó unos pequeños golpes en la puerta que le hicieron saltar de la
cama. Miró confuso a su alrededor, medio metido todavía en el mundo de los
sueños y se frotó los ojos para poder abrirlos, mirando después su móvil que se
encontraba encima de la mesa. Miro la hora y tras unos segundos, la asimiló y pegó un pequeño
salto de la cama. Se desvistió y vistió a velocidad luz y bajó superando a ésta
las escaleras hasta llegar a la cocina, donde desayunaba Yuto tranquilamente.
Sonrió, contento aún por su pequeño regalo del día anterior y se acercó
paseando a la mesa para sentarse y tomar una de las tostadas.
-Gracias por
despertarme Yuto. Casi vuelvo a llegar tarde esta vez – mordió un trozo de la
tostada, a la vez que esperaba impacientemente que el mayor dejara de beber por
un momento y le diera su respuesta que, al no llegar, hacía que se molestara en
cierta medida. – ¿Sabes? Tengo examen de matemáticas hoy. Ayer todos parecían
preocupados, pero yo creo que son unos exagerados…Tampoco es para tanto ¿ne? Quizás
es que yo soy demasiado listo~ - rió un poco mirándole todavía esperando una
respuesta que no llegaba nunca, lo cual supuso en el momento en el que vio como
se levantaba y dejaba la taza en el banco. Se sintió frustrado y como si le
hubieran golpeado de nuevo con un trozo macizo de hielo en el estómago, pero
mantuvo su sonrisa viva y disimuló como ya tenía aprendido. Observó como el
mayor se dirigía al comedor y recogía un par de cosas entre las cuales se encontraba
su mochila, su chaqueta y una bolsa donde llevaba todo lo necesario para ir a
trabajar cuando terminaran las clases. Chinen miró a la mesa suspirando. Sentía
la resignación y la decepción viajar de un lado a otro de su cuerpo hasta
culminar en un extraño tacto cálido en su cabeza. Giró rápidamente la cabeza y
miró fijamente el brazo de Yuto y como este acaba con la mano posicionada en la
cabeza del menor.
-Ten cuidado, los
exámenes de matemáticas son traicioneros. – dejó salir una pequeña sonrisa, que
en contadas ocasiones Chinen tenía la ocasión de ver, y que iría directa a parar
al rincón de su memoria donde guardaba todos aquellos pequeños pero agradables
gestos. Se limitó a sonreír ampliamente y a asentir con la cabeza. Muy a pesar
de todo lo pesado e insistente que pudiera ser para llamar la atención del
grande, cuando se lo proponía, y le pillaba por sorpresa, podía dejarlo
totalmente desarmado y descolocado en dos segundos; haciéndole sentir después
idiota, por no haber aprovechado del todo esos momentos.
Oyó la puerta
abrirse mientras apartaba uno de los auriculares de su oreja y dirigió en un
gesto suave la mirada hacia allí. Sonrió interiormente. Ya había vuelto a casa,
lo cuál lo tranquilizaba. De nuevo acompañado por su amigo.
Supuso que se
quedaría a comer por ser el día indicado, de modo que había preparado la comida
suficiente a conciencia. Saludó, compartió un par de palabras con los presentes
y subió a su cuarto decidido a dejarles disfrutar de la estancia.
Subió despacio
terminando de arreglar su reproductor y entró a su cuarto dirigiéndose a su
escritorio directamente. Se sentó sobre la silla y dejando el mp3 a un lado,
alcanzó con la mano una pequeña cajita que tenía cerca y la observó sonriente.
La miró con interés pensando y recapacitando sobre el mejor momento para
posicionarla en su lugar de cada año. No era gran cosa. Una cajita con comida
dentro. Sin embargo era de las pocas cosas que le hacían sentir seguro a la
hora de pensar en tener que regalarle. Además con la técnica utilizada, evitaba
la incomodidad de la situación que podría darse si tuviera que obsequiarlo en
persona. Tampoco había escuchado una queja en los últimos 3 años de
convivencia, cosa que le tranquilizaba.
Se levantó y rodó
por la habitación paseando, cogido de la mano de la idea de acercarse en un
rápido desliz a su cuarto y dejarlo sin ser visto, pero terminó desechando la
misma en el momento en el que lo oyó subir escaleras arriba con rapidez. Ya la
dejaría más tarde.
Del mismo modo los
oyó salir y después de pensarlo un poco, recogió un par de cosas y salió
también de su cuarto, siempre atento de estar a solas, para ocuparse de dejar todo
en su sitio. Hizo la cena, la dejó en su lugar, habiendo salido antes a comprar
todo lo indispensable, y preparó todo lo necesario para ir a trabajar. Se había
tomado el horario nocturno con el mismo propósito que lo hacía todos los años,
y por tanto, tendría que salir antes de que el menor llegara de vuelta a casa.
En cuanto a tener todo el día libre y poder preparar lo que se le antojara, era
una buena idea y en cuando a pasar, aún de modo distante, un poco más de tiempo
con él, también. Por contra, sabía que no le haría gracia la idea de cenar a
solas el día de su cumpleaños una vez más y que tener que madrugar al día siguiente
tampoco era agradable de pensar, pero después de todo, si hasta ahora no había
oído una queja o había recibido la cajita de vuelta, tampoco había porqué
cambiar las cosas; así estaba bien.
Llegaban sus
últimos 10 minutos; tenía que darse prisa. Tapó la cena y se encargó de dejar
el regalo sobre su cama, echando ya de paso un rápido vistazo a su habitación.
Todo tan ordenado como siempre. Salió casi corriendo, cogió la chaqueta y un
poco de café preparado para soportar las arduas horas que le esperaban y se
dirigió al almacén del restaurante. Los turnos de noche eran los peores pero,
con un poco de café y optimismo, todo podía llevarse a cabo.
Como cada día por
la mañana, Chinen volvía a dormirse. De modo que una vez estuvo preparado el
desayuno subió a su cuarto a recoger la bolsa del trabajo, dando un par de
golpes en su puerta al pasar por enfrente de esta.
Una vez consiguió coger
de su cuarto lo que buscaba, pasó de nuevo por delante, parando unos segundos
para intentar escuchar algún movimiento
que indicase que el menor se había dado cuenta de la hora que era y, una vez
satisfecho, bajo hasta la cocina y comenzó a tomar su desayuno.
Poco tiempo
después sintió grandes pisadas descender la escalera a toda prisa y tan sólo
unos segundos después el menor ya se encontraba enfrente suya con media tostada
en la boca e intentando mantener una conversación precipitadamente. Resultaba
gracioso, siempre lo hacía igual.
-Eh, Yuto, buenos
días. – Asomó la cabeza por el costado una sonriente cara que al momento se
incorporó y se puso a caminar a su lado.
-Bueno días, Inoo
– sonrió estirándose y ocultando un bostezo tras su mano
-¿Cómo fue ayer?
Turno de noche, ¿no es cierto? – Rió dándole en el hombro y mirando al frente
para evitar tropiezos.
-¿Eh? ¿Tanto se me
ven las ojeras? –Se llevó las manos a la parte inferior de sus ojos para
palparla mientras dejaba escapar una risita
Inoo de limitó a
reír y mirarle con picaría – Aparte, ayer fue el cumpleaños de Chinen, ¿no?
-Ah… -entendió de
inmediato por donde iban los tiros- Ajá –asintió –aunque esta vez tampoco
llegué a hacer gran cosa, ni siquiera cenó.
-Mmh, ¿se enfadó?
Tampoco me extraña, eres de lo más raro –hizo una mueca con la boca en una
muestra burlona.
-No lo sé… No lo
había pensado pero espero que no –frunció un poco el ceño rascándose la nuca
hasta caer en la cuenta de su última frase – ¡Eh! ¿A que viene lo de raro? Ni
que tú fueses es chico más normal del mundo… Tendrías que empezar por amueblar
esa cabecita que tienes.
Inoo volvió a reír
dándole en la frente con un par de dedos y viendo que su amigo respondía del
mismo modo a la broma continuó andando – Igual creo que no estaría de más
tratarle con un poco más de cercanía ne, después de todo es tu hermanito al que
tanto adoras -intentó jugar con él siguiendo con las bromas pero pronto se vio
acallado por una mano que se posó en su boca aprisionándola sin saber si quiera
de donde, cómo y cuando había llegado hasta allí.
-¡Sssh! – observó
como su amigo miraba a su alrededor y luego le soltaba despacio dejando escapar
un suspiro – sabes perfectamente que no puedo hacer eso… No es bueno que él
sepa nada de mis sentimientos.
-¿De nuevo con lo
mismo? – Esta vez miró a su amigo con algo de preocupación – Cuando tu tía te
dijo aquello erais unos críos… Lo más probable es que pensara que estabas
confundido.
-Sí, ya lo sé… Lo
hemos hablado demasiadas veces –suspiró negando con la cabeza- eso no quita el
hecho de que tenía razón en cuando a que podía asustarle… De hecho aún podría
hacerlo, es mejor que mantenga la distancia y no irrumpa en su vida. Tal cual
la tiene ahora parece feliz. Con eso me conformo
-Hi-pó-cri-ta~
¿Como que te conformas? Si vives encantado desde que apareció en tu puerta y te
rogó que le dejases vivir contigo.
Rió un poco
dirigiendo la mirada hacia varios lugares –Cállate Inoo.
-Aprendiste a
cocinar, aprendiste a limpiar, hacer la compra, lavar… Te convertiste en Yuto, “el
hermano mayor perfecto”.
No tardó mucho en
recibir un pequeño golpe por parte de su amigo que ya no sabía como hacerle
callar.
-Te he dicho que
basta ya… Además, vivía solo, todo eso debía de aprenderlo igual – Intentó
disimular, restándole importancia.
Su compañero rió
esbozando una pequeña queja al sentir el empujón que le hizo balancearse hacia
un lado y negando con la cabeza después.
-Chico orgulloso…
Aún así pienso que no estaría de más ser un poco más amable, más sincero… Y no
ocultarle tu forma de ser, en casa o en clase pareces personas distintas y si
después de todo ya no sientes ’’eso’’ no
hay nada de malo ¿no?
-Mira, allá va
Dai, vamos con él - giró la vista un segundo divisando a lo lejos a otro
compañero y estiró del mayor sin intención alguna de responder.
Andaba
tranquilamente por la calle observando como siempre de lejos a Yuto.
Preguntándose y preguntándose a qué venía ese cambio de humor extraño que le
invadía cuando él se acercaba. Si no le odiaba… ¿Qué es lo que pasaba? No había
forma humana de encontrarle explicación, pero era un tema que de veras le hacía
enfadarse y llegar a la frustración en los días en los que no se levantaba con
el pie correcto. ¿Es que no se daba cuenta de que podía verle jugar y reír tan
felizmente con sus amigos y cambiar de personalidad al pasar el umbral de la
puerta de casa?
Suspiró. En
realidad, tampoco entendía por qué darle tantas vueltas. Al fin y al cabo, hacía
tiempo que se había resignado. Pero aún así…
-Ey, zombi, que te
estoy hablando a ti, ¿podrías hacer una excepción y no ignorarme hoy? –sintió
la mano de alguien chocar con el lateral de su cabeza y se giró torciendo el
labio molesto –No me pongas esa cara… ¿No le ves bastante cada día que también
tienes que estar pendiente cada mañana?
Decidió medio
ignorar sus absurdos comentarios sin lógica y agitar la cabeza frotándose la
zona afectada -Déjame Ryutaro, no te estoy ignorando, además, no miraba a Yuto.
-¿Quién ha dicho
que te hablara de Yuto? -paró en seco un momento y giró para mirarle
dedicándole una mirada fulminadora, mientras el menor de ambos dibujaba una
sonrisa de satisfacción en su cara. –Tú solo te delatas, a mi no me culpes~
Si alguien se pregunta; ¿Porque habrá subido un NakaChii ahora? ¿Es un one-shot, un serial? ¿Qué es y por qué? xD Siento decir que no hay respuesta... Quería continuar pero no sé cómo ;_; Así que por ahora aquí esta una primera parte, que no sé si podría ser llamada capitulo u-u pero bueno, espero ponerme este finde con lo que tengo abandonado ne~ bye~~
Continuación
Continuación
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