El día que te conocí, el cielo estaba nublado. Y, sin embargo, aquel día pude ver el sol más radiante que nunca vería a lo largo de mi vida; tu manera de sonreír.
Tu extraña actitud hacía que me sintiera divertido a cada segundo del día. No importaba si te tenía delante o no, los recuerdos venían a mi mente tan claramente que podía reír toda la tarde sin necesidad de tenerte delante. Ese era el tipo de sentimiento que despertabas en mí. No importaba en lo más mínimo que fuera un día triste, que algo malo ocurriera, o que no me sintiera bien, en esos días nublados, justo en esos... Era en los que podía sentir el sol brillar más que nunca. Porque tú siempre fuiste tu propio sol.
¿De dónde salió aquel don tuyo? Debe de ser que es tuyo por naturaleza; innato. O tal vez es el mío, el de no poder apartar la mirada de ti, así sea desde el mismo cielo, el que te dota a ti del tuyo.
Decir: ''tenía fuego en su interior'' no es suficiente. De tener que describir aquello que ardía en todo tu ser, habría dicho que eres el mismísimo Diablo. Carismático, inocente y pasional.
Tu alrededor siempre estaba lleno de gente. Y a pesar de que te seguía hasta el fin del mundo, tardé demasiado en darme cuenta de que tan sólo era una más de todas aquellas personas a las que iluminabas con toda tu esencia. El brillo de tus ojos, la luz de tu risa, tu presencia misma. Siempre, siempre atrayendo a los demás así como la tierra nos atrae a las personas para que no podamos alejarnos de ella. Y sin embargo ahora me pregunto si yo era el único que podía ver más allá de todo aquello.
Tal vez alguna vez te lo dije, ¿puede ser?
Siento que eres como un alto roble. Un roble plantado en medio de un pequeño bosque, donde debe destacar por necesidad, donde es a quien todos consideran el más rudo y fuerte. Un grande e inquebrantable roble ''al que nadie puede herir fácilmente''. Y muy a pesar de ello, un roble tan fuerte, como débil.
¿Habrán pensado en ello los demás? Lo sencillo que es acabar con uno. Hay tantísimas formas de lastimarlo que no podrían contarse. ¿No es eso lo que siempre has sentido? Vulnerabilidad. Y a pesar de ser quemado, cortado, arrastrado o talado, el tronco queda allí plantado. Cada vez más fuerte, cada vez más duro, cada vez más arraigado; cada vez más inseguro. Por más triste y solo que pueda sentirse el roble sigue allí plantado, viviendo. Y sé que es porque en el fondo puede sentir que no todo ha acabado, cómo no está solo. Cómo nunca lo ha estado. Aunque no lo vea claramente, y tan sólo tenga la mirada fija en su doloroso pasado, sé que en su corazón, es alguna minúscula y esondida parte de él, lejos, muy lejos de su memoria, lo siente.
Es por eso que no importa cuánto sea herido, su sonrisa sigue siendo de ardiente fuego y su mirada tan limpia, tan brillante y tan inocente y clara como la de el primer día. Así sea la sonrisa o la mirada más triste y perdida del mundo; hay alguien a quien siempre ilumina con su fuego.
Pero tal vez... Sólo tal vez... Un demonio necesite de un ángel para verlo.
Jamás por mi mente pasó la idea de ser alguien especial, alguien a quien necesitaras, o esa persona, esa ''que te necesita más que nadie''. Hasta hoy nunca pensé que así fuera. No lo creo tampoco ahora.
Y es que no te necesito; tan sólo te amo.
Cada vez conformándome con menos. Cada vez, un poco más; muriendo. Así es como lenta y cuidadosamente fui perdiendo la luz y el calor de tu fuego, hasta estar lo suficientemente lejos, y muerto, como para poder cuidar de ti desde el cielo. Desde donde no me ves. Desde donde sólo yo puedo vigilar tus pasos. Desde donde estés donde estés, siempre, cada día de mi vida, te seguiré amando en silencio.
Con todos los errores que oculta el pasado. Con todo el dolor, con las heridas que nunca más sanarán, de ambos. A pesar de todo, seguiré viviendo. Sólo por si un día giras la vista hacia arriba. Sólo por si un día miras al cielo, nublado, y puedo iluminarlo para ti.
Sólo por esperar el regreso de un demonio que volvió al infierno soy capaz de vivir.
Ángel idiota. ¿Acaso alguien dijo que fueras un ángel?
Tu extraña actitud hacía que me sintiera divertido a cada segundo del día. No importaba si te tenía delante o no, los recuerdos venían a mi mente tan claramente que podía reír toda la tarde sin necesidad de tenerte delante. Ese era el tipo de sentimiento que despertabas en mí. No importaba en lo más mínimo que fuera un día triste, que algo malo ocurriera, o que no me sintiera bien, en esos días nublados, justo en esos... Era en los que podía sentir el sol brillar más que nunca. Porque tú siempre fuiste tu propio sol.
¿De dónde salió aquel don tuyo? Debe de ser que es tuyo por naturaleza; innato. O tal vez es el mío, el de no poder apartar la mirada de ti, así sea desde el mismo cielo, el que te dota a ti del tuyo.
Decir: ''tenía fuego en su interior'' no es suficiente. De tener que describir aquello que ardía en todo tu ser, habría dicho que eres el mismísimo Diablo. Carismático, inocente y pasional.
Tu alrededor siempre estaba lleno de gente. Y a pesar de que te seguía hasta el fin del mundo, tardé demasiado en darme cuenta de que tan sólo era una más de todas aquellas personas a las que iluminabas con toda tu esencia. El brillo de tus ojos, la luz de tu risa, tu presencia misma. Siempre, siempre atrayendo a los demás así como la tierra nos atrae a las personas para que no podamos alejarnos de ella. Y sin embargo ahora me pregunto si yo era el único que podía ver más allá de todo aquello.
Tal vez alguna vez te lo dije, ¿puede ser?
Siento que eres como un alto roble. Un roble plantado en medio de un pequeño bosque, donde debe destacar por necesidad, donde es a quien todos consideran el más rudo y fuerte. Un grande e inquebrantable roble ''al que nadie puede herir fácilmente''. Y muy a pesar de ello, un roble tan fuerte, como débil.
¿Habrán pensado en ello los demás? Lo sencillo que es acabar con uno. Hay tantísimas formas de lastimarlo que no podrían contarse. ¿No es eso lo que siempre has sentido? Vulnerabilidad. Y a pesar de ser quemado, cortado, arrastrado o talado, el tronco queda allí plantado. Cada vez más fuerte, cada vez más duro, cada vez más arraigado; cada vez más inseguro. Por más triste y solo que pueda sentirse el roble sigue allí plantado, viviendo. Y sé que es porque en el fondo puede sentir que no todo ha acabado, cómo no está solo. Cómo nunca lo ha estado. Aunque no lo vea claramente, y tan sólo tenga la mirada fija en su doloroso pasado, sé que en su corazón, es alguna minúscula y esondida parte de él, lejos, muy lejos de su memoria, lo siente.
Es por eso que no importa cuánto sea herido, su sonrisa sigue siendo de ardiente fuego y su mirada tan limpia, tan brillante y tan inocente y clara como la de el primer día. Así sea la sonrisa o la mirada más triste y perdida del mundo; hay alguien a quien siempre ilumina con su fuego.
Pero tal vez... Sólo tal vez... Un demonio necesite de un ángel para verlo.
Jamás por mi mente pasó la idea de ser alguien especial, alguien a quien necesitaras, o esa persona, esa ''que te necesita más que nadie''. Hasta hoy nunca pensé que así fuera. No lo creo tampoco ahora.
Y es que no te necesito; tan sólo te amo.
Cada vez conformándome con menos. Cada vez, un poco más; muriendo. Así es como lenta y cuidadosamente fui perdiendo la luz y el calor de tu fuego, hasta estar lo suficientemente lejos, y muerto, como para poder cuidar de ti desde el cielo. Desde donde no me ves. Desde donde sólo yo puedo vigilar tus pasos. Desde donde estés donde estés, siempre, cada día de mi vida, te seguiré amando en silencio.
Con todos los errores que oculta el pasado. Con todo el dolor, con las heridas que nunca más sanarán, de ambos. A pesar de todo, seguiré viviendo. Sólo por si un día giras la vista hacia arriba. Sólo por si un día miras al cielo, nublado, y puedo iluminarlo para ti.
Sólo por esperar el regreso de un demonio que volvió al infierno soy capaz de vivir.
Ángel idiota. ¿Acaso alguien dijo que fueras un ángel?
;____; -Se deshidrata-
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