19 de noviembre de 2013

Uso no onisan~

      
                          Second part(?)

Tal y como llegó, aquel joven de pelo oscuro y tez clara se dirigió de forma directa hacia su objetivo, sentándose de forma descarada sobre este sin preguntar. De todos modos, iba a hacerlo con o sin permiso por lo que, en el fondo, era una forma rápida de ahorrar tiempo y absurdas palabras.

Por unos segundos Ryutaro se distrajo de la conversación para mirar a aquel senpai que se encontraba sobre la mesa de su compañero en aquel instante, algo sorprendido de verlo allí. Al contrario que Chinen, quien por su parte continuaba con su animada conversación con toda la parsimonia del mundo; dando mínima importancia a la presencia del recién llegado.

-¿Y mi premio? -interrumpió sin preámbulo alguno el mayor de la sala en un tono entre irónico y ambicioso. Siempre mostrando su absoluta superioridad ante aquella panda de ''niños''.

-¿Y mi dinero? - contraatacó ferozmente el mediano, de forma directa y cortante. Ahora sí había dejado la conversación que mantenía hasta apenas unos segundos atrás de lado, sin más, dirigiendo, por fin, la mirada por el rabillo del ojo a la persona que invadía parte de su espacio, para su disgusto, con su molesto trasero plantado sobre su pupitre. Los labios del mayor se alargaron en una fina sonrisa superficial, como si aquella actitud insolente le resultara graciosa viniendo de un crío como aquel. Respiró el aire de su alrededor con profundidad, dejándolo salir de forma sonora en una pequeña queja.

-Ah~ No te vas por las ramas ¿eh? - alzó entonces la parte baja de su cuerpo, estirando la pierna izquierda para poder adentrar la mano en el bolsillo correspondiente a tal lado, extrayendo de éste la cartera y, a su vez, unos cuantos billetes de ésta, que luego tendió hacia el menor de ambos. - ¿Conoces el delito de extorsión? -comentó con desgana, dejando que el chico se cobrara su trabajo. - Eres demasiado caro.
Chinen se limitó a ignorar todo tipo de comentarios provenientes de su deudor hasta haber contado, al menos un par de veces, el dinero que tenía entre manos, asegurándose de recibir la cantidad acordada. Tras estar seguro, guardó su nueva adquisición en un lugar seguro y se levantó del asiento. - Espera aquí. - secamente dejó salir esas palabras por su garganta antes de dirigirse a algún lugar al cual sus clientes tenían prohibido seguirle para conseguir la mercancía que tanto ansiaba aquel chico que esperaba en su mesa. Volvió entonces con una gran carpeta que casi podría decirse que ocupaba más que su cuerpo. Debía pesar más que un saco de piedras, pero parecía cargar con él como quien lleva un ramo de flores cualquiera. La dejó caer sobre la mesa de Ryutaro, sin prestarle atención al menor, para luego abrirla y buscar entre aquellos miles y miles de manuscritos aquel que le era requerido.

A pesar de que había decidido mantenerse al margen de todo aquello, sus ojos no podían evitar la tentación de mirar disimuladamente hacia aquella montaña de papeles perfectamente ordenados y clasificados que tenía delante. ¿Cómo había conseguido hacerse con ellos? Era un misterio por el cual no se había atrevido a preguntar, pero poco importaba. Exámenes resueltos, ejercicios prácticos, resúmenes, trabajos... Toda una biblioteca de apuntes resueltos y por resolver por los cuales hasta el alumno más pintado de aquel instituto estaba dispuesto a venderse. Su reputación lo resguardaba después de todo. Chinen se había convertido en poco más que el guardián de los trabajos y los apuntes. La nota mínima con uno de sus trabajos era un 9,5, o al menos ese era el rumor. Pero bien sabía Ryutaro que con las notas que conseguía su amigo en cada examen no era de extrañar sus grandes resultados en aquel negocio. Vio entonces cómo de una de las fundas plastificadas extraía un manuscrito de como poco 50 hojas. Ladeó la cabeza ligeramente. Eso debió costarle, al menos, una semana entera de noches en vela. Más teniendo en cuenta lo ocupados que habían estado este último mes con sus propios estudios.

-¿Lo conoces tú? Después de todo eres el mayor. -La tajante voz de su amigo lo sacó del trance en que se había sumido por escasos segundos. Una vez más, ahí marchaba una de sus obras maestras. Directa a parar a las manos de un individuo que se limitaba a pagar para pasar de curso. A veces, por diversión, Chinen y él habían llegado a mantener conversación imaginando qué sería de la vida de todas aquellas personas que, en vez de esforzarse, dejaban todo en manos de unos cuantos billetes.

El mediano del lugar se abstuvo de responder a esto último, volviendo ahora a darle la espalda a la persona que, según su parecer, ahora ya no tenía ninguna importancia y en la cual no seguiría perdiendo tiempo.

Una nueva sonrisa se dibujó en el rostro del forastero. - Volveré pronto, no me eches demasiado de menos~ - Una vez más, Chinen viró la dirección de su mirada para dirigirla a aquella persona, sonriendo de tal banal y superficial manera que consiguió hacer a Ryutaro estremecerse. Algunos de los aspectos de Chinen podían llegar a ser escalofriantes.

Una pequeña risita resonó por lo bajo, seguida de unos cuantos pasos arrastrados que fueron alejándose hasta la puerta de salida de la clase.
-Esta vez fue un senpai de tercero... -Murmuró entonces Ryutaro. - o eres un genio, o pasas demasiado tiempo entre libros. El chico sólo se encogió de hombros. -Sólo me llevo un año con él de todos modos. Debería estar en segundo año. -comentó sin mayor importancia.

-Sí, pero repetiste el curso antes de haber llegado siquiera a la mitad. Entonces la distancia entre vuestros conocimientos debería ser abismal -el menor apoyó la cabeza sobre el puño cerrado de su mano, que a su vez se sostenía en el codo sobre su mesa. -
Chinen se levantó, dirigiéndose directamente a guardar su preciado trabajo, para luego volver junto a su amigo y suspirar de forma larga. - No hace falta ser un genio para estar al nivel de esos idiotas. Sólo hay que verlos. -concluyó, a lo que Ryutaro no puedo evitar soltar una carcajada, que pocos segundos después fue contagiada al mayor, que sonrió negando despacio con la cabeza, ya de mejor humor. - Es sólo que no prestan la más mínima atención. No es tan difícil, pero desde luego lo es mucho menos que te lo haga otro.

-Hum... -asintió entonces su amigo, todavía con pequeños restos de aquella risa momentánea que le había invadido. - Bueno, quizás tengas razón~ ¿Consideras entonces que los únicos trabajos difíciles son los de medicina? ¿O es porque tu hermano está estudiando eso? Podría enterarse de tu ''trabajo'' ¿no?

-Ninguna de ambas. -se dejó caer hacia atrás hasta dar con la pared a su espalda, puesto que se encontraba en la fila que se hallaba pegada a la misma, a la izquierda de la clase. - Puedo ayudar a unos cuantos idiotas a pasar de curso o a salir de un aprieto, pero no seré cómplice de asesinato. Un estudiante de medicina incapaz de pasar de curso será un médico sin conocimiento ninguno, y desde luego no estaré allí para arreglar los desastres por él. ¿Imaginas? Estar delante de un cuerpo medio mutilado y no ser capaz de curarlo porque el kohai de primero me hizo el trabajo de ese ''tema'' en la universidad. Sería patético, además de una negligencia.

Ryutaro tan sólo negó con la cabeza mientras mantenía una sonrisa divertida que por más que hubiera querido no habría podido hacer desvanecer. - Qué duro~ Pero aún sigo pensado que la razón principal es tu hermano. -esta vez sí, volvió a soltar una risita que fue ignorada, junto a su última opinión por su amigo, quien ahora sólo observaba por la ventana como el susodicho se preparaba para su clase de gimnasia junto a sus compañeros. Atendiendo sólo y únicamente a lo que hacía éste en aquel momento.

*            *           *

- ¿Has oído la última? -Espetó el mayor de forma repentina, jugando ligeramente con algunos de los rizos de su cabello que caían casi sobre sus ojos, de manera molesta.
- ¿Hm? No~ -negó suavemente el menor mientras caminaba, intercalando un pequeño bostezo que no pudo retener a pesar de hacer caminar a su mano hasta su boca para no ser grosero.

- "Son completamente opuestos, como un ángel y un demonio". Eso dicen ahora de vosotros. -resolvió el moreno, dejando ahora su melena de lado para mirar a aquel que caminaba a su lado. - Resulta interesante, ¿no? -rió bajo mientras bostezaba algo más abiertamente que su antecesor, contagiado por éste.

- Bueno. -respondió con simpleza. - Son tonterías, se mire como se mire. Además, la gente siempre habla sin fundamentos. -alzó la mano para dirigirla hacia la nuca doliente que tiraba con impaciencia, señal de una mala postura durante una noche en la que poco había podido hacer por dormir, que hizo que un pequeño gemido adolorido saliese por su garganta. - No le encuentro el interés si te soy sincero. -Suspiró entonces, dirigiendo la mirada a su amigo, sabiendo que éste lo estaría esperando con la propia. - No saben nada de nosotros, pero el hecho de que vivamos juntos sin tener el mismo apellido es razón suficiente para ser el tema principal de todas las fantasías de los curiosos.

El mayor de ambos sonrió con suavidad, pasando un brazo por los hombros del otro con cuidado. - Y si son tonterías de unos cuantos curiosos aburridos, ¿por qué dejas que te afecten tanto? No deberían ser más que motas de polvo en vuestro camino, ¿no, Don Nomeimportanadaninadie?

Como si de una llave de algún arte marcial especial se tratase, movió su cuerpo con rapidez y habilidad para soltarse de aquel agarre. Ni siquiera le molestaba, tan sólo lo hacía por molestar un poco a su compañero, tal y como hacía éste en cuanto tenía la oportunidad con él, sonriendo mientras le dedicaba una pequeña sonrisa que apenas duró lo suficiente para ser apreciada por su receptor antes de desaparecer. - Porque no quiero que lleguen hasta él. No son ciertos, ni tienen sentido. ¿A qué viene eso de ángel y demonio? ¿Quién es quién Kei? Piénsalo por un momento. Es mucho más complicado que eso. -una vez más un soplo de aire sonorizado escapó de entre sus labios con aflicción, dejando entrever una mirada alicaída que se posaba ahora en los pasos que sus pies por inercia propia iban dando en una dirección concreta que su mente ya había automatizado. -En realidad, ¿qué tiene él de demonio? -alzó la mirada para mirarlo, mostrando con su simple mirada un claro sentimiento de sinceridad en sus palabras, que transmitían aquello que verdaderamente estaba en su mente y en su corazón desde un principio. - ¿Qué tiene de malo ser inocente? ¿O caprichoso? ¿O querer seguir siendo el punto de atención? ¿Vivir en las condiciones en las que vivimos, recordando tu realidad, tan triste o solitaria como sea es lo que se considera ser maduro o adulto?... ¿Qué más les da a los demás que quiera seguir siendo como ha sido siempre a pesar de lo que haya ocurrido en el pasado? - una ola de calor recorrió su cuerpo, haciéndole estremecer de forma invisible para cualquier otro, pero suficientemente notoria para sí como para hacerle sentir el impulso de apretar sus puños ligeramente.- ¿Es eso suficiente para llamarle demonio?... O peor aún, para considerarme a mí un ángel...

Atento y discreto, Inoo escuchó cada palabra del menor, desde la primera a la última, torciendo levemente los labios hacia su derecha, sintiendo ahora también él impulso de dejar escapar un pequeño suspiro por su boca, pero no lo hizo. Tan sólo subió la mano hacia sus cabellos, dejando que ésta acariciase su propia nuca, como si de esta forma las palabras adecuadas fueran a venir a su llamada para poder responder de forma correcta a su amigo. Lo entendía. Sabía reconocer ese tipo de sentimientos, pero alguien ajeno, incluso tratándose de él sería incapaz, y lo sabía, de hacer sentir mejor a su amigo.

-Pero eres tú quién se ha hecho cargo después de todo Yuto. Gastos, estudios, sentimientos... Eres tú quien se encarga de mantenerlo todo bajo control entre vosotros en un piso más pequeño que la tiendecita de debajo de mi casa y partiendo tu curso académico para poder trabajar en un turno nocturno. Probablemente el hecho de que seas tú quien ha acoplado su vida de modo que podáis mantener esa estabilidad sea suficiente para que la gente opine que eres una especie de persona extremadamente bondadosa y bla bla bla... Ya me entiendes.

- ¿Y qué?... Fue su familia quién me acogió a mí antes de nada de esto. En cualquier caso, sólo estaría devolviendo un viejo favor. ¿Por qué al mundo le encanta meter la nariz en todos lados? Si alguno de estos comentarios llegara a sus oídos... -bajó rostro, mirada y brazos en dirección al suelo, haciendo a sus pies parar de inmediato sobre este, con el ceño fruncido todavía desde la primera vez que en su rostro se había denotado el disgusto.-  Si intentara cambiar o dejase de ser feliz por alguno de esos absurdos rumores...

Esta vez sí, inevitablemente el suspiró salió con reparo por su boca, dando un par de pasos más seguidamente para alcanzar a la persona que durante su paseo había estado precediéndolo para posar su mano sobre la espalda alta de este, frotándola con suavidad.

-No es algo que vayas a poder evitar de todos modos. Ya bastante peso llevas sobre tu espalda con tus propios sentimientos como para tratar de cargar con los que podría llegar a tener tu... ''Hermano'' en caso de que los rumores consiguieran afectarle. Estás infravalorando su fortaleza, ¿lo sabes no? -inquirió con suavidad, sin pretensión alguna de ser brusco, tan sólo tratando de mostrar la perspectiva más amplia sobre el asunto.

Por unos largos segundos Yuto sólo acalló, quedando sumido en el infinito océano de sus pensamientos más profundos, en los cuales entraba de forma inevitable cada vez que cierto tema era tratado durante demasiado tiempo. Poco después, suspiró, subiendo la mirada hacia el amplio cielo, cada vez más oscurecido y pretencioso que amenazaba con dejar llegar a la noche antes de darle tiempo de llegar a casa. - Si tú... Lo hubieras visto -despacio, con calma, comenzó. - Si tú hubieras sido quién abrió la puerta esa tarde, quién encontró tras ella a aquel chico encapuchado, mojado... Roto... -respiró hondo, mirando de reojo al mayor.-  me vi a mí mismo en él en ese mismo instante. Si hubieras sido tú quien lo encontró perdido en tu puerta podrías sentir lo que yo siento; el impulso de cogerlo entre tus brazos, protegerlo... Y nunca más dejarlo ir.

Inoo lo miró, entre sorprendido y anonadado. Pareciera que aquellas palabras hubieran sido sacadas de la historia más triste del universo, dignas de Los Grandes como hubieran podido ser Cohelo, o Neruda en sus primeros tiempos, en los que el verso no era todavía lo que de su pluma salía. Tan escalofriante y acogedor que no pudo emitir palabra alguna que a la altura de estas últimas estuviera. Pero tampoco hubo el tiempo puesto que el menor se encargó de proseguir.


-No dejaré que le hagan daño Kei. -su mirada se tornó firme instante tras instante, volviéndola al cielo una vez más. - Para mí él es el ángel, y yo el demonio.
Continuará ;3; Ciao Ciao<3

No hay comentarios:

Publicar un comentario